Arquilínea: cuando la arquitectura se convierte en juego, memoria y aprendizaje
Nacido durante la pandemia, Arquilínea propone una forma lúdica de recorrer la historia de la arquitectura a través del dibujo, la observación y la colaboración. Hoy cuenta con cuatro ediciones y una comunidad creciente.
La arquitecta Ethy Kozak transformó un ejercicio íntimo —dibujar para calmar la mente durante los meses de encierro— en un proyecto que combina historia, juego y memoria colectiva. Así nació Arquilínea, un conjunto de mazos ilustrados que invita a organizar cronológicamente obras de distintas épocas, conectando la disciplina con públicos diversos mediante dinámicas cooperativas y competitivas.
Un proyecto nacido del dibujo y la incertidumbre
En pleno contexto pandémico, Kozak encontró en el dibujo una forma de concentración y refugio. Con el tiempo, esa práctica se convirtió en un dispositivo pedagógico inesperado: un juego de cartas que permite aprender arquitectura a través de la intuición, el orden y el relato visual.
“Dibujar obras me dio calma y disfrute. Fue una manera de seguir pensando la disciplina desde el juego y la colaboración”, ha expresado la arquitecta, cuyo impulso inicial terminó abriendo una línea editorial propia.
Cuatro mazos, cuatro recorridos
El universo de Arquilínea se ha expandido hasta conformar cuatro ediciones, cada una con un enfoque temático y visual distinto.
- Arquilínea 1: desde las primeras civilizaciones hasta el siglo XIX.
- Arquilínea 2: obras del siglo XX a la actualidad.
- Arquilínea 3 – ArquitectAs: dedicado a proyectos realizados por mujeres arquitectas.
- Arquilínea 4 – Latinoamérica: un recorrido por obras emblemáticas de la región.
El mazo dedicado a ArquitectAs nació tras la participación de Kozak en un seminario sobre patrimonio y perspectiva de género. La experiencia detonó una investigación que derivó en la visibilización de autoras históricamente omitidas del canon.
Colaboración y comunidad
El desarrollo de Arquilínea contó con la colaboración de diseñadoras y especialistas que aportaron al diseño, las instrucciones y la propuesta visual. Con el crecimiento del proyecto también surgieron torneos, talleres y encuentros presenciales que ya se han realizado en distintos países.
Actualmente, la autora trabaja en nuevas ediciones centradas en obras argentinas y porteñas, consolidando un proyecto que combina divulgación, juego y memoria compartida.
Arquitectura, juego y aprendizaje
La relevancia de Arquilínea no reside solo en su dimensión lúdica, sino en su capacidad de acercar la arquitectura a públicos más amplios. El juego funciona como puente: invita a observar, reconocer estilos, construir líneas temporales y comprender cómo la disciplina ha evolucionado a través de siglos de ideas, materiales y valores culturales.
En un contexto donde la arquitectura se vuelve cada vez más transversal, propuestas como esta recuerdan que aprender la historia del espacio construido puede ser también una experiencia colectiva, accesible y significativa.
Así como Arquilínea invita a aprender desde el juego, los proyectos residenciales y urbanos de puerto+arquitectura buscan generar esa misma conexión entre personas y entorno: claridad en las ideas, coherencia material, y una experiencia cotidiana que permita habitar con sentido.
La arquitectura —ya sea en una carta dibujada o en un edificio real— sigue siendo, ante todo, una forma de contar quiénes somos y cómo queremos vivir.