
Santiago oculto: cinco rincones que revelan el encanto silencioso de la capital
Más allá de los rascacielos y las avenidas transitadas, Santiago guarda espacios donde la ciudad se detiene. Rincones que combinan historia, diseño y naturaleza, y que invitan a redescubrirla con otros ojos.
La capital chilena no solo se define por su dinamismo urbano, sino también por sus lugares de pausa: pequeños mundos donde el ritmo baja y la arquitectura, el paisaje y la vida cotidiana se cruzan con armonía.
Paseo La Villa: un secreto clásico en medio de Providencia
A pocos pasos del Costanera Center, entre calles arboladas y fachadas de época, se esconde uno de los rincones más fotogénicos del sector oriente. El Paseo La Villa, con su fuente central y adoquines antiguos, parece un fragmento detenido en el tiempo. Su escala íntima y su atmósfera tranquila lo han convertido en refugio de caminantes, cafeterías y tiendas con historia. Una pequeña joya urbana que demuestra que el encanto también puede habitar en lo cotidiano.
Paseo Metropolitano: la ciudad desde las alturas
Entre Recoleta y Vitacura se extiende una red de senderos que une miradores naturales, ciclovías y pasarelas elevadas. El Paseo Metropolitano ofrece una de las panorámicas más amplias de Santiago, donde el verde del cerro San Cristóbal dialoga con la silueta de la cordillera.
Ideal para caminar o pedalear al atardecer, este recorrido permite mirar la ciudad desde una perspectiva distinta: a la vez majestuosa y cercana.
Barrio París-Londres: elegancia europea en el corazón de Santiago
Declarado Zona Típica, el Barrio París-Londres concentra dos de las calles más singulares del centro. Sus fachadas neoclásicas, veredas empedradas y cafés con terrazas recuerdan la estética de las capitales europeas de comienzos del siglo XX. Es uno de esos lugares que invitan a perderse sin rumbo, descubrir detalles arquitectónicos y disfrutar del ritmo pausado que escasea en la ciudad moderna.
Templo Bahá’í: arquitectura y espiritualidad en las faldas de la cordillera
Ubicado en Peñalolén, el Templo Bahá’í de Sudamérica es una obra arquitectónica que combina ingeniería, luz y paisaje. Sus nueve pétalos translúcidos —hechos de mármol y vidrio fundido— reflejan el cielo y se transforman con la luz del día.
El entorno, rodeado de jardines y senderos, invita al silencio y la contemplación. Desde allí, la vista de Santiago es tan amplia como serena.
Cerro Santa Lucía: el origen de la ciudad
En pleno centro, el Cerro Santa Lucía resume el espíritu fundacional de Santiago. Escaleras de piedra, terrazas ornamentadas y miradores lo convierten en un museo al aire libre donde naturaleza y arquitectura conviven desde hace siglos.
Subir hasta la cima no solo regala vistas panorámicas, también permite entender la historia urbana de la capital desde su punto de partida.
Explorar estos rincones es descubrir una ciudad que combina memoria, belleza y diseño en cada detalle. Santiago, más que una metrópoli, es un conjunto de paisajes íntimos que siguen sorprendiendo a quienes saben mirar con calma.