
Sillas que elevan una habitación: claves para elegir bien sin intervenir el espacio
Una buena silla no necesita grandes gestos para transformar un ambiente. Basta con saber leer el espacio, reconocer sus tensiones y elegir con criterio.
En diseño interior, hay piezas que no solo cumplen una función, sino que también actúan como declaración estética. Las sillas —particularmente las de comedor— pueden modificar la percepción de una habitación sin tocar muros, revestimientos ni iluminación. Por eso, elegirlas no debería ser una decisión apresurada ni basada solo en lo visual.
El primer criterio es la proporción. Una silla demasiado voluminosa puede saturar espacios reducidos, mientras que una demasiado ligera puede perder presencia en un comedor amplio. Es clave que exista equilibrio entre la mesa, el entorno y las circulaciones. Según Livitum, lo ideal es dejar al menos 15 centímetros de distancia entre silla y silla, y 90 centímetros entre la silla y la pared más cercana, para asegurar un uso cómodo del espacio.
Otro punto es la coherencia visual. Esto no significa que todo deba combinar: una silla puede perfectamente contrastar con la mesa o con otros elementos, siempre que dialogue con el lenguaje del espacio. El Mueble sugiere mirar más allá del conjunto y pensar en cada silla como un “personaje” que aporta textura, color o forma. Las combinaciones de materiales como madera con tapizado, o estructuras metálicas con fibras naturales, aportan riqueza visual sin necesidad de grandes cambios.
La comodidad no se negocia. El respaldo debe recoger bien la zona lumbar y la altura de la silla debe permitir que los brazos descansen naturalmente sobre la mesa, sin forzar postura. Aunque muchas veces se prioriza la estética, una silla que no invita a permanecer termina siendo un adorno incómodo.
Por último, está el carácter. Una silla puede ser discreta o protagónica, pero lo importante es que tenga sentido en el lugar donde se ubica. Puede aportar calidez, marcar un acento o simplemente reforzar la armonía general. Su poder está en eso: transformar sin alterar.

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